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La continuidad de Xavi en el Barça genera ilusión pero también cuestionamientos
La sonora ovación con que los cuarenta y cinco mil barcelonistas despidieron al equipo tras caer eliminado en los cuartos de final de la Champions contra el PSG confirmó al vicepresidente Yuste que su apuesta por la continuidad de Xavi era la decisión más acertada para el futuro del banquillo del Barça. Sólo así se entiende que se superara el impacto de una derrota por 1-4, sin la ilusión que ha generado entre el barcelonismo la mejora evidente del equipo en los últimos tres meses, propiciada por la incorporación de jóvenes talentos procedentes de la Masía, como Cubarsí, Lamine y Fermín que personifican un futuro venturoso para el Barça a corto plazo. La situación económica del Club no está para experimentos con entrenadores foráneos poco conocedores de la manera tan particular con que se rige el Club, ni para exponerse a dar oportunidades a gente de la casa con escaso bagaje, como parecería ser la opción Márquez. En este último periodo de tiempo, desde que anunciara su dimisión diferida a final de temporada, a Xavi también le ha servido de aprendizaje y ha madurado como entrenador, por eso no parecía nada desaconsejable convencerle de que continuara en el cargo por aquello que más vale apostar por lo conocido aunque pueda despertar dudas por los malos resultados cosechados esta temporada.
Laporta promete transparencia en fichajes para no caer en ilusionismo
Sin embargo, también se ha de reconocer que la ilusión que genera la continuidad del actual proyecto se pueda cuestionar por el ilusionismo en que se sustenta. Laporta en su comparecencia en rueda de prensa solamente puso en valor una serie de acciones que están por ver que se puedan cumplir. La supuesta mejora en la masa salarial de la plantilla que se adivina desde la Liga de Fútbol Profesional para poder fichar bajo la modalidad del uno por uno es todavía una promesa por cumplir y que sin ella se podrá reforzar a la plantilla con los jugadores top que desea tener Xavi bajo sus órdenes. Después de tres temporadas de nuevo mandato presidencial, el Barça ya no está para más promesas y exige realidades. Las cortinas de humo que se han visto en los últimos días para desviar la atención de un cúmulo de decisiones erróneas no pueden continuar en el futuro. Quieren apartar el foco justificando los malos resultados con errores arbitrales no son razones de un club grande como el blaugrana.
La transparencia prometida debe ser de obligado cumplimiento, por lo que respecta a la política de fichajes, donde cuestan de entender ciertas operaciones en las que prevalecen las necesidades de los poderosos representantes en las que intervienen. Los trescientos millones invertidos en la compra de futbolistas de escaso rendimiento por lo que respecta al nivel de la plantilla son la prueba que la improvisación se ha antepuesto a una planificación seria. Sólo así se explica que en pleno mercado de verano se decidiera cambiar la dirección técnica con la llegada de un inexperto Deco, para suplir las salidas de Mateu Alemany y Jordi Cruyff. Y menos explicación se puede encontrar en la prematura llegada de Vitor Roque el pasado invierno, sin ningún tipo de experiencia en su adaptación al fútbol europeo.
La ilusión no puede tapar el ilusionismo que comporta toda este tipo de decisiones y Xavi debe ser el primero de exigir a la directiva tener peso correspondiente en la toma de decisiones que representa la configuración de la plantilla. Sólo así se entenderán como convenientes los refuerzos que lleguen próximamente para apuntalar a una plantilla que se completó en el último suspiro del cierre del mercado con la llegada inesperada de los Joaos. Para que lleguen fichajes del nivel de la exigencia del Barça habrá antes que vender, por lo que sería deseable que el rendimiento de los recién llegados supere a los que tendrán que salir forzosamente. De ello dependerá el éxito de este nuevo proyecto que devuelva al club al lugar que se merece y que la ilusión no se acabe convirtiendo en ilusionismo.
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