La comunidad deportiva española se encuentra en ebullición tras el logro histórico alcanzado por la joven Naia Laso, quien a sus apenas 15 años de edad, se ha convertido en la primera finalista española en el skateboarding, un logro aún más destacable si se tiene en cuenta que la joven atleta cuenta con solo 7 años de experiencia en este deporte. Esta proeza es un reflejo del talento y dedicación de Naia, quien se ha destacado en el mundo del skateboarding a una edad temprana. En este sentido, su participación en la final es un gran paso adelante para el deporte en España, y un orgullo para la familia y el equipo que la apoya.
Naia Laso, la joven estrella del skateboarding, se mete en la final olímpica
El park femenino del skateboarding en La Concorde es cosa de niñas. De niñas excepcionales, campeonas. Como Naia Laso, la rider vasca que este martes se convirtió en la primera finalista olímpica española de la historia en este deporte, el de ADN más joven de los Juegos.
Naia tiene 15 años, es la benjamina de la delegación española en París, pero ya asoma la cabeza por las grandes finales del Pro Tour, y en la final olímpica acabó séptima, perjudicada por algunos problemas físicos, un dolor en la espalda que no le dejó dar el plus que necesitaba ante riders excepcionales a las que ella ya ha ganado alguna vez.
La campeona olímpica, una joven australiana de 14 años
La campeona olímpica es también extremadamente joven. 14 años tiene la australiana Arisa Trew, autora de una tercera ronda impecable en velocidad, altura de los saltos, limpieza y ejecución de trucos complicados. Porque de todo eso va el park, de hacer diabluras a lo largo de tres rondas de 45 segundos, de asumir riesgos y ser imaginativas.
Solo cuenta la mejor ronda, pero Trew planchó todos sus trucos en dos de ellas, y el tercero fue el que le dio el triunfo superando a la japonesa Cocona Hiraki, de 15 años, que repitió la plata de hace tres años en Tokio, donde debutó el skate olímpico. La estrella más mediática de esta modalidad, la británica de genes japoneses y americanos Sky Brown, de 16 años, se llevó el bronce.
Naia Laso, una joven con un gran futuro en el skateboarding
Naia Laso se metió en la final gracias a una buena ejecución en la ronda eliminatoria que se disputó apenas tres horas antes, y en la que sucumbió la anterior campeona, la japonesa Yosozumi Sakura. Pero acabó la rider de Bermeo con dolor en la espalda, cojeaba levemente, y eso pudo notarse después en la final.
Sus dos primeras rondas no acabaron, en la primera no planchó un 360, giro total en el aire, y acabó en el suelo. En la segunda, arriesgó y volvió a caer, pero en la tercera realizó un ejercicio muy solvente, puntuado con 86,28 puntos. La línea de las medallas estuvo por encima de 90, con el oro de Trew valorado en unos sobresalientes 93,18 puntos.
Naia Laso solo aparca la tabla de skate para estudiar, comer y dormir. Lo primero, estudiar, se le da bien. Todo aprobado en 4º de ESO en la Eleizalde Ikastola, y ya está preparada para el Bachillerato. Pero lo que la distingue del resto de chicas de su edad es su enorme habilidad en el ‘tazón’ del park.
Se dio el primer viaje sobre una tabla agarrada de la mano de su hermano a los siete años en Bermeo, que sigue siendo su hogar y el de su familia. El segundo día, intentando un truco, se rompió una uña. Su madre estaba segura de que ahí se acababa lo del skate, pero no. Y ya no paró: a los 11 años fue a su primera prueba, a los 12 ganó su primer Campeonato de España, a los 14 fue quinta en el Mundial y oro en el Pro Tour de Dubai, rodeada de las mejores del planeta.
Un amuleto de la suerte y un apoyo familiar
No tiene grandes manías, pero sí un amuleto del que no se despega. Necesita competir siempre con unos calcetines verdes que llevan la cara dibujada de un ‘Baby Yoda’, el personaje de Star Wars. Le traen suerte y se han convertido en su marca. Una de las pocas veces que no los llevaba, en Shanghai, fue cuando se rompió la clavícula, así que no dudó en aparecer por La Concorde con esos calcetines.
Dice que no podría vivir sin el skate. “Para mí lo es todo”, exclama. Pero no se considera un prodigio precoz. “No tengo ningún don especial. Eso sí, entreno todos los días, no perdono ni uno con la tabla”.
Sus progresos en el deporte más joven y moderno de los Juegos no hubieran sido posibles sin el apoyo de la familia. Su padre la lleva a entrenar todos los días al acabar las clases. El viaje hasta el skatepark dura una hora, porque el que hay en Bermeo no sirve para el alto nivel. Llevan años viajando toda la familia en autocaravana para acompañarla a las competiciones, haciendo esfuerzos económicos. Hasta hace dos años, la familia lo pagaba todo. Después, la ayuda del Basque Team y el fichaje por el Team VISA, una selección de deportistas de alto nivel, la han ayudado a consolidarse en la excelencia.
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