El waterpolo femenino se baña en oro

El waterpolo femenino se baña en oro

En un día histórico para el deporte español, la selección femenina de waterpolo ha logrado el título de campeonas del mundo en el Campeonato Mundial celebrado en Budapest, Hungría. Con una excelente actuación en la final, las jugadoras españolas vencieron a sus rivales de Australia con un marcador de 10-9, logrando así el primer título mundial en la historia del waterpolo femenino español. Esta victoria es el resultado de la dedicación y esfuerzo de las jugadoras, que han trabajado arduamente para alcanzar este logro. El equipo español se ha convertido en un referente en el mundo del waterpolo femenino, y este título es un reconocimiento a su talento y perseverancia.

España gana su quinto oro olímpico en waterpolo femenino, superando a Australia en la final

La selección femenina de waterpolo dio a España su decimosexta medalla en los JJ.OO. de París y el quinto oro, el primero de la joven historia de este equipo tras las platas de Londres’12 y Tokio’20.

En el imponente escenario de La Dèfense Arena, repleto con 17.000 espectadores y colores repartidos al 50%, las chicas de Miki Oca saldaron una deuda con la historia. España venció en la final a Australia por 9-11 con un trabajo coral en el que sobresalió una espectacular Martina Terré en la portería, con un 63% de paradas, y Bea Ortiz, que marcó cuatro goles, y Maica García con tres en la faceta anotadora.

Un logro histórico

Este es el segundo oro femenino español de la historia olímpica tras el del hockey sobre hierba en Barcelona’92, hace 32 años, sin contar un deporte individual con modalidad de conjuntos como la rítmica, campeón en Atlanta’96. Es asimismo el segundo oro español en deportes de equipo en París tras el que consiguió la selección masculina de fútbol la víspera.

Y también el segundo oro olímpico del waterpolo español después del que Estiarte, Rollán, Sans, Payà, Pedrerol, Ballart y compañía firmaron hace 28 años… con Miki Oca en el agua. Oca es uno de los dos únicos nexos de los dos oros capitales del waterpolo español, el masculino y el femenino; ha estado en uno y en otro en dos roles radicalmente distintos. Siempre discreto, siempre buscando el segundo plano y queriendo que sean otros y otras los que acaparen los focos. Siempre Miki.

Un equipo con experiencia

Llegar a tres finales en cuatro JJ.OO. no es casual, es un síntoma evidente de que las cosas se han hecho muy bien durante mucho tiempo, que existe una buena base de jugadoras, un equipo técnico competente y que la Federación ha sabido rentabilizar estos mimbres y darles las herramientas adecuadas para crecer.

Pero también es cierto que las finales a veces son crueles porque la plata es la única medalla que te dan después de una derrota. Y España ya tenía dos, una en Londres’12 y otra en Tokio’20, que se colgó tras dos KO inapelables ante el entonces –ya no- inabordable EE.UU.

La final contra Australia

Australia era un enemigo de doble filo en la final. Por un lado, era un alivio para España el hecho de no cruzarse, por tercera vez, con el tricampeón EE.UU., un rival que le había triturado sin piedad en las dos finales precedentes, aunque es cierto que las jugadoras de Miki Oca tenían muchas ansias de revancha y, de hecho, la mayoría prefería vérselas con las americanas en la final.

Pero Australia también era un terreno menos trillado, más virgen porque no suelen enfrentarse tanto con ellas, y en consecuencia con mayor margen para la sorpresa. En los meses previos a unos JJ.OO., como hace EE.UU., se encierran en su propia burbuja de preparación, pero siempre se han caracterizado por ser un equipo muy físico.

Oca y su ‘staff’ técnico trabajaron a destajo el viernes para descifrar ponente. Más allá del rival, España tiene un patrón de juego muy definido y con el que se siente muy cómodo: defensa coral, anticipación y paciencia en ataque, donde tiene muchísimos recursos tanto en la boya como en el perímetro. Y a eso se ciñó.

El partido

Australia vertió la primera sangre mediante un penalti transformado por Alice Williams pero España respondió de inmediato con Leitón y Elena Ruiz. España no estaba atinada en ataque, estrellándose una y otra vez en la portera Palm, mientras Martina Terré, bajo los palos españoles, le respondía.

De nuevo Williams igualó (2-2), cerrando el primer cuarto de un partido que aún estaba tierno, sin tendencia clara. Las dos guardametas, inspiradísimas, bajaron las persianas, rondando el 80% de paradas, hasta que Maica García convirtió una superioridad, único gol del segundo cuarto. 2-3 y al descanso con ventaja en el marcador, algo que no sucedió ni en la final de Londres ni en la de Tokio.

Nada más comenzar la reanudación, dos goles de Bea Ortiz, el segundo vía penalti, puso a España tres arriba (2-5). Nadie dijo que sería fácil: Abby Andrews recortaba en hombre de más, pero una Bea en racha volvía a demostrar a las australianas que iban a tener que sudar sangre para vencerlas.

Nuevo reparto de goles hasta que un rechace cazado por Jackovich colocaba a las ‘aussies’ a dos goles: 5-7 y sólo ocho minutos, un cuarto, para asegurar el oro. Australia estaba lejos de rendirse. Hearns las colocaba a un gol pero Bea, tras amenazar y amagar, soltaba un derechazo en superioridad que devolvía la renta de dos goles.

Y Maica, culminando un largo y paciente hombre de más, dejaba un colchón de tres goles a cuatro minutos del final (6-9). Hearns volvía a responder, pero de nuevo España, con superioridades ya perfectamente ejecutadas, marcaba el territorio por medio de Anni Espar. 7-10, menos de tres minutos.

Maica, una de las cuatro superveteranas del equipo, sentenció la final con un gol de boya a 1’49”, un 7-11 que ya hacia irreversible el oro español.

Por cierto, el bronce fue para Países Bajos, que batió por la mínima a Estados Unidos gracias a un gol de Van der Sloot en el último segundo. Pero a quién le importa.