No muere un hombre en la cancha de tenis después de emocionarse demasiado al ver a Rafael Nadal ganar un partido
En un sorprendente giro de los eventos, un espectador varón logró salvar su vida después de sufrir un ataque cardíaco en la cancha de tenis donde se disputaba un partido de Tenis Masters. El hombre, de 62 años, se encontraba emocionado al ver al tenista español Rafael Nadal ganar un partido muy disputado, lo que le provocó una fuerte emoción que desencadenó el ataque cardíaco. Afortunadamente, los servicios médicos de emergencia acudieron rápidamente al lugar y lograron estabilizar al espectador, salvándole la vida.
Nadal y Alcaraz, unidos por la pasión, hacen historia en los Juegos Olímpicos
Ver a Rafa Nadal saltar de felicidad en la cancha de tenis, con su camiseta roja pegada al cuerpo, es un espectáculo que emociona a cualquier aficionado al tenis. La escena se repitió en la pista Suzanne Lenglen de Roland Garros, durante los Juegos Olímpicos, donde Nadal y Carlitos Alcaraz hicieron historia juntos.
Morir de calor por ver a Nadal reír de felicidad, satisfecho, cansado, deshidratado, con su camiseta roja pegada al cuerpo. La imagen de Nadal celebrando con ese puño que tantas veces hemos levantado por él, es icónica. Y al lado de él, Carlitos Alcaraz, que escucha atentamente a Rafa y refleja la complicidad y el respeto que hay entre ellos.
La pareja española de tenis es oro puro. Se retroalimentan con una energía pura, buscan el contacto y se nota que están disfrutando de estos Juegos Olímpicos, de lo que pasa dentro y fuera de la pista. El Super Tie-break fue un regalo de auto-estima, la confirmación de que juntos son impresionantes, por mucho que le pesen las piernas a Nadal y no tenga esas sensaciones de antaño.
El calor en la pista era insoportable, con 40 grados de temperatura y un rítmico movimiento en la grada de todo lo que pudiera parecerse a un abanico. Servía cualquier cosa para remover el pegajoso ambiente, engañando más a la mente que al cuerpo. Porque era imposible dejar de sudar con tanta humedad y tanta presión.
Mery Perelló, la madre de Rafa, abanicaba a su hijo y le hacía beber pequeños sorbos de agua mientras el calor fue soportable. Muy cerca había colocado Rafa su toalla para ir secándose el sudor y el de su raqueta. El armazón tapaba parcialmente la pista impidiendo que los rayos cayesen en el segundo set, cuando Rafa Nadal se había revolcado ya en la tierra batida como queriendo unir su cuerpo a un Roland Garros que llevaba tatuado en el corazón.
Después del primer set, Griekspoor y Koolhof se retiraron a vestuarios a refrescarse. Rafa también. No era suficiente para los tres la toalla congelada que aplicarse en el cuello. Carlitos Alcaraz se quedó en pista mientras en el karaoke de la pista se cantaba el ‘Oh Champs Elysées’ y parecía disfrutar tanto como el público que durante unos segundos se atrevían con la ola y con un baile simple, sin moverse demasiado que tenía castigo divino.
Sólo al final, en plena euforia, Nadal se puso a saltar como un niño. Firmó dos bolas. La primera la quiso enviar a la grada pero rebotó y volvió a entrar en pista. Y Rafa reía con la escena que le resultaba cómica porque esperaba la vacilada de Carlitos que miraba la escena divertido. No quiso salir de la pista Rafa antes de saludar a su gente, esperó a Carlitos y juntos se fueron al vestuario. Esta pareja es oro puro.
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