La noticia titulada Mi donante de riñón estará orgulloso de mí esté donde esté nos revela una historia conmovedora que resalta la gratitud y valentía de un receptor de trasplante. En un acto de generosidad y solidaridad, un donante anónimo permitió que esta persona recibiera una segunda oportunidad en la vida. Ahora, el receptor, con un espíritu lleno de determinación y esperanza, expresa su profundo agradecimiento y promete honrar el legado de su donante. Con palabras llenas de emoción, afirma que llevará una vida plena y significativa, sabiendo que su donante estará orgulloso de él, esté donde esté. Esta historia nos recuerda el poder transformador de la donación de órganos y nos invita a reflexionar sobre la importancia de la empatía y la solidaridad en nuestra sociedad.
La inspiradora historia de Kiko, un trasplantado que desafía límites en la Titan Desert
Kiko, el campeón trasplantado que lleva un mensaje de esperanza a Marruecos
Kiko -Francisco Javier Jiménez- es grandón y su cara transmite simpatía, pero lo que más sorprende de él es su absoluta normalidad al hablar de lo que supone ser una persona trasplantada. Parece que haber recibido un nuevo riñón es, para él, solo un punto más en su línea del tiempo, un hecho sin mayor importancia. Ello le convierte en referente para todas las personas que, con la natural incertidumbre y hasta con gran preocupación, se encuentran a la espera de un donante o para las que ya cuentan con un nuevo órgano en su cuerpo. Hay una vida plena después de cada trasplante, y Kiko es el mejor ejemplo.
“Una persona trasplantada puede empezar desde cero e, incluso, puede vivir mejor que antes. Yo ahora estoy vivo, me cuido mucho, me alimento de forma saludable y tengo una vida muy ordenada”, explica el actual campeón de ciclismo de los Campeonatos nacionales de Trasplantados. Y este mensaje y su actitud ante la enfermedad son los que quiere trasladar a toda la sociedad con su participación en la Skoda Titan Desert Marruecos, en la que integra el equipo Titan Deja Huella ONT UNIVERSAE, conformado por personas trasplantadas, personal sanitario y familiares de donantes.
Con solo 12 años, Kiko fue diagnosticado de una enfermedad poco común, el Síndrome de Alport, que se caracteriza por provocar un síndrome nefrítico. En 2015 su riñón dijo basta y su estado de salud se agravó hasta degenerar en una insuficiencia renal. Tuvo entonces que dejar en el trastero la bicicleta con la que tantos kilómetros había recorrido y con la que tanto disfrutaba.
Afortunadamente, no iba a ser por mucho tiempo. Un año más tarde encontraba donante y entraba en quirófano para recibir su nuevo riñón. Ahora, aunque todavía necesite administrarse más de una decena de pastillas diarias, su recuperación física es tan relevante como para estar disputando una de las pruebas más duras del ciclismo mundial: la Titan Desert Marruecos, donde lleva recorridos desde el pasado domingo más de 500 kilómetros de implacable desierto.
“Titan Deja Huella ONT UNIVERSAE es un proyecto para que la gente vea lo que puede hacer una persona trasplantada y se anime a ser donante. Mi mensaje es que, cuando te toque irte para arriba, deja abajo todo lo que no vayas a necesitar”. Desde su Vitoria natal le envían mensajes de admiración, en los que le insisten en que es increíble que esté participando en una prueba tan exigente.
Algo así debió de pensar la hija de Héctor Vargas, médico de UCI y presidente de esta noble iniciativa. “Kiko vino a casa porque íbamos a participar en una carrera y mi hija, una niña muy curiosa, no dejaba de mirarlo. Cuando se fue, la pequeña se acercó a mí y me dijo ‘papá, pero si es una persona normal’. Y eso es lo que queremos transmitir a la sociedad: que los trasplantados son personas normales y pueden desarrollar una vida normal”. El vitoriano se enfrenta esta semana a su mayor reto con un único objetivo: “Terminar la carrera”. Lo que es seguro es que la persona que nació con el que ahora es su riñón, “un donante fallecido, allá donde esté, estará muy orgulloso de mí y de lo que estoy haciendo”.
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