- Todos entran a las nueve, salvo el número nueve: clave para entender la derrota de la Real Sociedad
- La Real Sociedad sufre una derrota amarga sin un 9 en la cancha
- La búsqueda de un 9 en la cancha
- Zubimendi, el ariete más efectivo
- Regalo de cuatro goles
- La sangría de Anoeta sigue vigente
- Más posesión, pero menos disparos
- Los tres nuevos necesitan tiempo
- Zubimendi acumula razones para ser el ídolo
Todos entran a las nueve, salvo el número nueve: clave para entender la derrota de la Real Sociedad
La derrota de la Real Sociedad en su último partido ha generado un gran impacto en el mundo del fútbol. A pesar de contar con un equipo talentoso y una táctica bien diseñada, el conjunto txuri-urdin no logró imponerse en el partido clave. Sin embargo, tras analizar el encuentro, se ha descubierto una clave fundamental que explica el resultado adverso. La estrategia de la Real Sociedad se basó en la entrada en juego de todos los jugadores a las nueve, salvo uno: el número nueve. Esta aparente contradicción es la clave para entender por qué la Real Sociedad no logró llevarse el triunfo.
La Real Sociedad sufre una derrota amarga sin un 9 en la cancha
La Real Sociedad perdió ante el Rayo Vallecano por varios factores, pero los fundamentales fueron la endeblez defensiva y la falta de un delantero centro especializado en la cancha. El rival generó cuatro ocasiones clamorosas en cuatro chispazos, y la condición física manifiestamente mejorable de los jugadores de Imanol también pesó en el resultado.
La ausencia de un 9 en la cancha se volvió a sentir, ya que los delanteros centros específicos que hay en la plantilla estuvieron en el banquillo (Sadiq) y en la grada (Carlos Fernández). Esto hace que Imanol pida a gritos la contratación de otro ariete, siempre y cuando sea accesible y mejore la calidad de los que ya hay.
La búsqueda de un 9 en la cancha
Oyarzabal comenzó como 9, pero no lo es por naturaleza. Fue flanqueado por Kubo por la derecha y por Becker por la izquierda. Durante muchos momentos, permutaron sus posiciones y se pudo ver tanto al japonés como al surinamés ocupando esa demarcación.
En la segunda parte, con los cambios, también Barrene pisó en muchos ataques esa zona central del ataque. Y en los compases finales, Imanol sacó a Sucic y también le hizo jugar como jugador más adelantado. Sadiq ya había dejado de calentar.
Zubimendi, el ariete más efectivo
Pero el ariete más efectivo fue el pivote, Martin Zubimendi, autor de un golazo en el minuto 97. Fue el jugador que creó la ocasión más clara para el 1-1 y anotó el 1-2 con la zurda, ejerciendo casi de ariete.
Regalo de cuatro goles
El partido tuvo una particularidad. La Real regaló cuatro goles. Los dos que subieron al marcador fueron en saques de banda fatalmente ejecutados, con el equipo totalmente desordenado. Los otros dos, el pelotazo inicial y el error, corregido, de Remiro.
La sangría de Anoeta sigue vigente
El año pasado, el rendimiento en casa fue decepcionante para un equipo europeo. Anoeta distó de ser ese templo donde es de obligado cumplimiento ser solvente y sacar la mayor parte de los puntos. El pasado curso, solo en Liga, la Real dejó escapar 27 de los 60 que se dirimieron en el ahora llamado Reale Arena. Y en el presente, la primera fue en la frente.
Más posesión, pero menos disparos
Revisando las estadísticas del partido, la conclusión es que la Real llevó la manija durante buena parte del encuentro, elevó su posesión del balón hasta un porcentaje del 66%, pero eso no le sirvió para chutar más a puerta (11 por 12 el Rayo) ni para generar más grandes ocasiones (tres cada uno, según los datos).
Los tres nuevos necesitan tiempo
Se les vieron buenas maneras a los tres nuevos fichajes, pero también la lógica falta de entendimiento con sus nuevos compañeros. Javi López mostró energía y valentía para subir por su flanco, pero falló en el saque de banda del 0-2. Sergio Gómez asumió la responsabilidad recibir por dentro y distribuir y Sucic llevó a la perfección el cuero del 1-2 tras el robo de Aramburu.
Zubimendi acumula razones para ser el ídolo
Quizá la ovación que se llevó al saltar a calentar en el primer tiempo no fue de la dimensión que merecía por su decisión de rechazar el Liverpool. Pero es que además de esa muestra increíble de amor a su club, Zubimendi accedió a jugar con unas molestias que la lastraban sobremanera.
Fue quien creó la ocasión más clara para el 1-1 y anotó el 1-2 con la zurda, ejerciendo casi de ariete. Zubimendi acumula razones para ser el ídolo de la Real Sociedad.
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