No es hora de frenar: Descubre por qué no debemos dejar que el entrenamiento termine con un sprint

No es hora de frenar: Descubre por qué no debemos dejar que el entrenamiento termine con un sprint

En el mundo del entrenamiento físico, es común que los deportistas y entrenadores fallen en una trampa común: creer que el sprint final es la clave para alcanzar el éxito. Sin embargo, esta estrategia puede ser contraproducente y llevar a la fatiga y el agotamiento. En este artículo, exploraremos por qué no debemos dejar que el entrenamiento termine con un sprint y qué alternativas podemos implementar para alcanzar nuestros objetivos de forma más efectiva.

El sprint final: ¿Es un mito que puede ponerte en peligro?

Uno de los mitos habituales entre los corredores es pensar que es positivo terminar una sesión de entrenamiento con un sprint, pero la realidad es que esta práctica presenta ciertos inconvenientes y riesgos a considerar.

Los efectos fisiológicos de acabar con un sprint

Durante la fase final de una carrera, el cuerpo ya está fatigado y la frecuencia cardíaca es alta en relación con la frecuencia en reposo y el ritmo sostenido de la carrera. Realizar un sprint en este estado puede causar un aumento brusco adicional de la frecuencia cardíaca y la presión arterial, lo que puede ser peligroso para el sistema cardiovascular.

El corazón, que ha estado trabajando intensamente durante la carrera, necesita una fase de enfriamiento gradual para reducir su ritmo de manera controlada. Un sprint al final del entrenamiento impide esta reducción gradual, aumentando el riesgo de mareos, desmayos e incluso problemas cardíacos.

La parada brusca después de un sprint

Otro aspecto a considerar es la parada brusca después de un sprint, que puede causar una sensación de mareo o incluso desmayo. Esto sucede porque la sangre se desvía temporalmente hacia otras áreas del cuerpo, reduciendo temporalmente el flujo sanguíneo hacia el cerebro.

La acumulación repentina de sangre en las extremidades inferiores disminuye el retorno venoso al corazón, lo que provoca estos síntomas. Así, realizar un enfriamiento progresivo, que incluya una disminución gradual de la intensidad del ejercicio, ayuda a mantener una circulación sanguínea adecuada y a prevenir estos problemas.

Riesgos estructurales (esquelético-muscular)

Terminar con un sprint también aumenta significativamente el riesgo de lesiones musculares. Durante la fase final de un entrenamiento los músculos y articulaciones están fatigados por el esfuerzo sostenido.

Realizar un sprint en este estado puede sobrecargar los músculos, tendones y ligamentos, aumentando la probabilidad de sufrir desgarros musculares, tendinopatías o esguinces. Además, la fatiga acumulada puede afectar la técnica de carrera, lo que incrementa aún más el riesgo de lesión debido a un gesto inadecuado.

Recomendaciones prácticas para un enfriamiento progresivo

En lugar de terminar con un sprint, es más beneficioso finalizar la sesión de entrenamiento con una fase de enfriamiento progresivo. A estos efectos, os damos tres recomendaciones prácticas:

1. Trote ligero: Después de tu carrera, reduce gradualmente la velocidad a un trote suave durante 5-10 minutos. Esto ayuda a disminuir lentamente la frecuencia cardíaca y a facilitar la transición hacia un estado de reposo.

2. Caminata: Sigue el trote ligero con unos minutos de caminata. Este paso adicional ayuda a continuar el proceso de enfriamiento, permitiendo que la frecuencia cardíaca vuelva a la normalidad y promueve la circulación sanguínea para eliminar los subproductos del metabolismo muscular.

3. Hidratación y nutrición: No olvides rehidratarte y consumir alimentos ricos en carbohidratos y proteínas para ayudar a la recuperación muscular y reponer las reservas de energía.