El error que revolucionó la estrategia
En un giro inesperado de los eventos, un error estratégico cometido por una de las partes involucradas en un proyecto de gran envergadura ha llevado a una revisión total de la planificación y ejecución de la misma. Lo que parecía un desastre absoluto se ha convertido en una oportunidad para replantearse y optimizar los procesos, llevando a una revolución en la forma en que se aborda el proyecto. En este artículo, exploraremos cómo un error aparentemente catastrófico se convirtió en una oportunidad para el crecimiento y el éxito.
El error que cambió el rumbo: Barça vs Mónaco en un duelo de estrategias
El partido entre el Barça y el Mónaco fue un duelo de estrategias que cambió de rumbo debido a un error clave. El equipo de Hansi Flick quería un duelo en campo de los anfitriones para estrangular el inicio de juego local y, a la vez, estar cerca del meta Köhn. Sin embargo, todo cambió cuando Ter Stegen no interpretó un pase prohibido a Eric García cuando éste ya estaba girando.
Expulsión a los 10’ minutos y cambio total de planes para el Barça que, sin poder presionar arriba, dejó la suerte del numerador en el mayor o menor acierto de Akliouche, Minamino, Ben Seghir o Embolo. A defender en formación 4-4-1 y a desear que la pelota le llegase a Lamine.
Lamine ilumina al Barça
La clave táctica era, en primer lugar, presionar con éxito pero en pocos metros y no quedar en uno contra uno. Para los efectos psicológicos, el segundo impacto no tardó en llegar: Akliouche realiza una mini diagonal, minuto 16’, y suelta el remate, raso, del 1-0. Más difícil todavía para los de Flick, que estaban buscando cómo jugar este tipo de partido.
Hasta que no entró en contacto con la pelota Lamine Yamal, todo fue esfuerzo y defender para tratar de salvar un segundo gol. Pasados unos minutos, los de las dudas, Lamine fue entrando en ‘calor’ y de su calidad salió el gol de la igualdad. Unos amagos al borde del área y otro zurdazo para poner esperanza en la posible remontada al Barça.
Quedaba un cuarto para ir al descanso. Tablas y mejoría en el juego gracias a Casadó y Pedri, aunque sin poder aplicar un fútbol profundo. Sólo Lamine ponía al Louis II en alerta máxima.
Las dos virtudes que faltaron
Una por obligación al quedarse con diez jugadores; la otra porque realizar posesiones largas costaba mucho. El Mónaco sabíamos que era fuerte físicamente y Zakaria y Camara no daban respiro. Ni a los azulgrana ni a sus compañeros en busca de más robos o errores forzados en campo de Cubarsí, Iñigo y resto de compañeros.
Y llegó el momento de los entrenadores: Hütter fue metiendo delanteros y defensas con buen pie mientras Hansi Flick fue alargando el 1-1 hasta que se produjo el 2-1. Una pelota a campo blaugrana, con Iñigo medio saliendo hacia la línea del medio campo, y gol también de zurda de Llenikhena en carrera y en solitario.
La parte final fue para los jugadores de banquillo azulgrana viendo Flick que el gasto físico, de Pedri, Lamine, Lewandowski o Balde era descomunal. Primera derrota y lección clara: en Champions, un jugador menos es un castigo más.
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