¿Cuál es el punto clave de distinción entre el azúcar en sangre y la diabetes?
La relación entre el azúcar en sangre y la diabetes es un tema de gran interés en el ámbito de la salud. A menudo, se confunden estos dos términos, pero es importante destacar que no son sinónimos. El azúcar en sangre se refiere al nivel de glucosa en la sangre, un indicador clave de la función pancreática y del metabolismo. Por otro lado, la diabetes es un trastorno crónico que se caracteriza por niveles anormales de glucosa en sangre. En este sentido, el azúcar en sangre es un síntoma, mientras que la diabetes es la enfermedad en sí. ¿Cuál es entonces el punto clave de distinción entre ambos conceptos? A continuación, exploraremos las diferencias fundamentales entre el azúcar en sangre y la diabetes, y cómo entenderlas puede ser crucial para una adecuada prevención y tratamiento.
¿Qué es lo que distingue a la diabetes de los niveles de azúcar en la sangre?
El azúcar o glucosa en la sangre es un sustrato necesario para que nuestro organismo lo utilice como fuente de energía y así alimentar al cerebro, el corazón y los músculos. Por lo tanto, es clave mantener los valores estables para evitar o prevenir la diabetes.
A pesar de que muchas veces se confunden y se cree que se está hablando de lo mismo, la diabetes y el azúcar en sangre son conceptos relacionados, pero son diferentes. En este artículo te contamos qué diferencia clave hay entre la diabetes y el azúcar en la sangre. Presta atención.
Cuál es la diferencia entre diabetes y azúcar en la sangre
La azúcar en la sangre se obtiene de los alimentos que consumimos. El cuerpo convierte la mayoría de los carbohidratos, como pan, frutas y leche, en un tipo de azúcar conocido como glucosa, que es la principal fuente de energía para las células del organismo.
Lo que no se utiliza queda reservado en el hígado y en los músculos para el momento que se precise (por ejemplo, cuando hacemos ejercicio), y recibe el nombre de glucógeno. Por tal razón, el hígado es un órgano crucial en la regulación del azúcar en la sangre, puesto que además de reservar la glucosa, también la produce cuando el cuerpo necesita energía rápida o bien cuando no se consume suficiente glucosa.
Ahora, los niveles de azúcar en la sangre son un indicador clave para determinar si estamos cursando una prediabetes o diabetes tipo 2, aunque también es preciso tener en cuenta algunos síntomas que pueden presentarse con este cuadro, como visión borrosa, micción frecuente o mucha sed y hambre.
Diabetes
La diabetes es una enfermedad silenciosa y crónica que surge cuando los niveles de azúcar en la sangre son elevados. Los tipos de diabetes más comunes son la 1 y la 2. Las personas diabéticas tienen dificultad para mantener estables los niveles de azúcar en la sangre, por eso, si no se trata debidamente puede ocasionar complicaciones, algunas muy severas en nervios, órganos y corazón.
En un adulto, el valor normal de azúcar en la sangre en ayunas (8 horas sin comer) es de 99 mg/dl o menos. Los valores que superan este límite normal pueden indicar presencia de prediabetes, cuando los niveles de glucosa en ayunas oscilan entre 100 y 125 mg/dl. Este rango se considera un valor preocupante, pero aún se puede prevenir la diabetes.
Para alcanzar este objetivo, es fundamental hacer cambios en el estilo de vida, que incluyan mejorar la alimentación, incrementar la actividad física, controlar el peso y considerar otros aspectos importantes. En tanto, cuando los valores de azúcar en la sangre superan los 125 mg/dl, no hay dudas, se considera diabetes.
Cuándo se considera una persona diabética
Tal como te adelantamos, una persona es diabética cuando sus niveles de azúcar en la sangre son iguales o superiores a 126 mg/dl en ayunas, o cuando obtiene un valor de 200 mg/dl dos horas después de una prueba de tolerancia a la glucosa, o 6.5% o más en la prueba de hemoglobina A1c.
La diabetes se produce cuando el cuerpo no puede fabricar suficiente insulina, no puede utilizarla adecuadamente, o ambas situaciones de forma simultánea. Esta situación provoca que la glucosa que obtenemos de los alimentos permanezca en la sangre y no pueda llegar a las células.
Con el tiempo, la diabetes puede dar lugar a diversas complicaciones. Por ejemplo, puede dificultar el control de la tensión arterial y los niveles de colesterol “malo”, e incluso aumentar el riesgo de un accidente cerebrovascular, un ataque cardíaco u otros problemas circulatorios.
Es importante recordar que esta información no sustituye en ningún caso al diagnóstico o prescripción por parte de un médico. Es importante acudir a un especialista cuando se presenten síntomas en caso de enfermedad y nunca automedicarse.
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