Los 49ers, de la gloria de la Super Bowl al abismo del desastre
La historia de los San Francisco 49ers es una de las más emblemáticas en la NFL. Con cinco títulos de Super Bowl y una racha de 16 temporadas con playoffs consecutivos, parecía que nada podía detener al equipo de la bahía de San Francisco. Sin embargo, en los últimos años, la situación ha cambiado drásticamente. La lesión del quarterback Jimmy Garoppolo, la falta de liderazgo y la inestabilidad en el banquillo han llevado a los 49ers a una espiral de derrotas y a un lugar en el fondo de la tabla de la NFC Oeste. ¿Qué ha llevado a este equipo de la gloria a la ruina? En las siguientes líneas, analizaremos los factores clave que han provocado este descenso al abismo.
Desmoronamiento en San Francisco: lesiones y ineficiencia llevan a los 49ers al abismo
La temporada de los San Francisco 49ers, campeón de la Conferencia Nacional (NFC), ha tomado un giro inesperado. En solo siete semanas, el equipo ha pasado de ser el principal favorito para repetir como contendiente en la Super Bowl del próximo año a convertirse en un equipo que se desmorona en su lucha por alcanzar los playoffs.
Las lesiones y la ineficiencia en los últimos periodos de los partidos jugados hasta la semana 7 de la temporada han sido los principales culpables de esta caída. Los 49ers tienen una marca de tres ganados y cuatro perdidos, lo que los ubica terceros en la división Oeste de la NFC.
El entrenador en jefe, Kyle Shanahan, ha sido criticado por su deficiente cierre de los partidos, lo que se refleja en la incapacidad del equipo para conservar ventajas en el último período o su nula reacción si llega a esta parte del juego con el marcador en contra.
La incapacidad del equipo para remontar es alarmante. Los 49ers suman cero triunfos y 40 derrotas bajo la dirección de Shanahan cuando llegan al período final con desventaja de ocho o más puntos, incluidos partidos de playoffs. Son el único equipo entre los 32 de la liga que no ha logrado ni una victoria cuando está ante dicho escenario.
A lo anterior se suma una peste de lesiones entre los estelares ofensivos que ha atacado a la franquicia desde antes del inicio de la campaña. Christian McCaffrey, su corredor principal, una doble arma por su capacidad para ganar yardas como receptor, no ha jugado un partido por una tendinitis en ambas piernas. Se estima que podría regresar al campo hasta el 10 de noviembre, para la semana 10.
También se encuentran lesionados Jason Mason, corredor número dos, reportado con una lesión en el hombro, y Brandon Aiyuk, quien salió antes de la primera mitad en la derrota ante los Kansas City Chiefs por una rotura de ligamentos cruzado anterior y colateral medial de la rodilla derecha, que se confirmó el pasado lunes, lo que lo deja fuera por lo que resta del año.
Además, Deebo Samuel, receptor número uno, fue hospitalizado debido a una neumonía y a que presentó líquido en los pulmones. Jauan Jennings, el último de sus receptores titulares, no juega desde la semana 6 por una lesión en la cadera. George Kittle, considerado uno de los mejores alas cerradas de la liga, fue reportado el pasado lunes con un esguince en el pie.
Los problemas se extienden a su segunda línea de receptores. Chris Conley tiene un esguince de tobillo; el novato Ricky Pearsall, apenas fue dado de alta luego del disparo que recibió en el pecho, que no tocó órganos vitales, en un intento de asalto que sufrió previo a la semana 1.
Así, entre nula capacidad para remontar y múltiples lesiones, el campeón de la NFC desmorona su condición de favorito para repetir como contendiente en el próximo Super Bowl.
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