Título reescrito: La noticia que desmoronó al Athletic: la expulsión de Julen
El pasado fin de semana, el mundo del fútbol español se vio conmocionado por una noticia que impactó de lleno en el Athletic Club. La expulsión del entrenador Julen Lopetegui, una de las figuras más importantes del equipo, generó un terremoto en el seno del club vasco. La decisión, tomada por la dirección del Athletic después de una serie de resultados decepcionantes, ha generado un clima de incertidumbre en el equipo y entre los aficionados. En este artículo, analizaremos las consecuencias de esta decisión polémica y cómo ha afectado al equipo y a sus jugadores.
La expulsión de Julen fue el final del partido
Pudo ser la cuarta victoria consecutiva en Liga. Estuvo al alcance de la mano, hasta que Soto Grande expulsó a Julen con rigurosidad extrema. Luego, el Athletic desapareció y no quiso el balón. La mala suerte hizo el resto.
El Sevilla, con solo Lukébakio y Ejuke, mereció el punto. Campana y se acabó, gritaban los ‘supertacañones’ en aquel Un, dos, tres, responda otra vez, de los setenta, para dar por terminado el turno de una de las parejas de concursantes tras cometer un error. Tarjeta roja y se acabó, es lo que pareció gritar el subconsciente de cada uno de los leones ante el Sevilla cuando contemplaron al árbitro expulsar a Agirrezabala tras un error infantil del meta.
El Athletic se desintegró con uno menos
Desapareció. Al equipo se le fundieron los plomos de manera incomprensible. Se olvidaron de jugar. El grupo al completo solo quería que acabara el choque, como dando por imposible cualquier reacción. Y quedaban diez minutos.
El balón les sobraba. Y no fue algo físico, no. Ni desgaste de Roma ni flautas. Fue mental. Cuando el Sevilla empató de carambola, ante la atenta mirada de pez de Lekue, que dejó pasar a Ejuke, resulta que los rojiblancos se echaron arriba y contragolpearon con peligro. Vaya, vaya.
En la pizarra, la plantilla deberá escribir mil veces que una roja no equivale a tirar el partido. De hecho, si es el rival el que se queda con uno menos, no recuerdo haber asistido a muchas florituras rojiblancas. Asignatura pendiente.
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